Esperamos nueve meses con alegría, ansiedades, temores, y mucho pero muchísimo amor y llegó el gran día. El hogar que abrigaba a nuestro tesoro comenzó a ser pequeño, a no alcanzar para ese maravilloso ser y le tocó salir a esa aventura que es la vida.
Creímos que iba a ser lo más difícil y ya pasó. Nuestra vida cambió para siempre.
Y allí estamos, viéndolo tan frágil, tan pequeño, hasta parecería que se va a romper.
El regreso a casa está cargado de mucha emoción y ternura. de ganas des mostrarle el lugar al bebé aunque es muy pequeñito para darse cuenta pero percibe en nuestras palabras el amor al darle la bienvenida.
Y se avecina un nuevo momento en la pareja que es un poco caótico, nuevos horarios, adaptarse al ritmo del bebé, a sus necesidades, darle el primer bañito, cómo limpiarlo correctamente si es niña o varoncito y muchas cosas más.
En mi caso tengo la suerte de que mi marido es médico y me ayuda a transitar la maternidad con más seguridad que si en casa el papá hubiera tenido otra profesión. Pero es muy cierto que cuando somos padres primerizos todo nos puede preocupar y asustar innecesariamente. Dicen que el segundo hijo ya nos encuentra con la experiencia y más tranquilidad a la hora de cuidarlo.
Por eso es fundamental tener la información correcta y asesorarnos con nuestro pediatra de confianza, si es posible, desde antes del nacimiento de nuestro bebé.
En primer lugar, hay que diferenciar entre lo que es una emergencia y una urgencia. La emergencia no nos da tiempo a llamar al médico sino que hay que concurrir a una guardia inmediatamente.
En el caso de la urgencia sí hay tiempo para llamarlo. Y es muy importante saber en qué cosas nos tenemos que fijar para hacerlo. Vale la pena aclarar que es importante realizar en el consultorio todas las preguntas que necesitemos para estar más tranquilos. Si es necesario llevemos una lista con todas las dudas e inquietudes.
¿Cuándo consultar? Si:
1- Notamos que tiene fiebre, o su cuerpo está muy frío. Recuerda que podemos tomarle la temperatura en la axila con un termómetro. Se considera anormal por encima de 37º C/98° F . Debe descartarse el exceso de abrigo y la temperatura ambiente muy alta.
2- Llora más de lo habitual y no se calma de ningún modo. El niño con el llanto expresa algo. Debemos notar también si su llanto está muy débil, acompañado de malestar general y rechazo de alimento.
3- Muestra problemas para mamar, su reflejo de succión es débil o rechaza el pecho.
4- Posee manchas moradas en alguna parte del cuerpo o lesiones en la piel.
5- Respira agitadamente, con dificultad o de manera irregular.
6- Tiene tos.
7- Tiene deposiciones acuosas, frecuentes o sanguinolentas.
8- Vomita toda la leche que ingiere. Si bien es normal que los bebés vomiten, un signo de alerta es que si están acompañados de diarrea y si son de gran magnitud o reiterados.
9- Ves que su piel tiene un color amarillento.
10- Su ombliguito tiene olor fétido o supuraciones
Esto es a rasgos generales, sin embargo es importante si hay síntomas distintos a los enumerados confiar en tu intuición de madre y no perder el tiempo: realiza la consulta con tu pediatra. Recordemos que siempre hay que consultar con el médico. Es él el que está realizando un control periódico a tu hijo y lo conoce muy bien.
Y no te preocupes, con el correr de los días, iras comprendiendo cada vez más el comportamiento de tu bebé y eso te dará más seguridad. La cercanía con él, el contacto piel a piel, la confianza en ti misma y el apoyo de tu entorno son claves importantes para que esto suceda.
Fuentes consultada: “El cuidado de los hijos”. Autor: Sociedad argentina de pediatría. Año 2010. “El niño sano y su contexto” 2da Cátedra de Pediatría. Facultad de Ciencias Médicas de la UNR.Año 1999
Yo ante cualquier tipo de duda de que pueda tener alguna enfermedad o mal acudo rápidamente al médico para que descarte y aleje de mi mente pensamientos negativos así me quedo más tranquila