Hacía frio. Las calles llenas de nieve. Blanca y hermosa, tal vez como el color de tu piel. Me dijeron que tenía que caminar. Caminar para acelerar el trabajo de parto. Las contracciones ya estaban presentes aunque yo no las sintiera aún. Ok. Camino. Es una de las cosas que más disfruto hacer. Caminar y caminar, me libera de la ansiedad de saber que pasará en el futuro, ya que con cada paso avanzo hacia él. La incertidumbre es parte de la vida y tengo que aceptarla. Me muevo. Confío. Vienes. Ya mi vida no es la misma. Ya no soy yo sola. ¿En algún momento lo fui? Vienes. Queda tan poco. No creo que más que algunas horas. ¿Saldrá todo bien? ¿Dolera demasiado? ¿Seré capaz? ¿Sobreviviré? ¿Lloraré? ¿Te amaré más? ¿Seré buena para vos?
Llego a la casa. ¡Prepara tus cosas! Me dijeron. Ja! Las tengo preparada hace unos 6 meses. Ropa tan pequeña. Espero no dañe tu piel virgen. No quiero que nada arruine nunca tu pureza, aunque se que no lo podré evitar. Por momentos reniego de saber que algo tan hermoso y puro, se contaminará con el paso del tiempo. No lo podré evitar. Pues, Ro tratarás con todo tu ser de hacer lo mejor posible. No eres cobarde ¡hacia adelante! Me recuerdo a mi misma. Estaré bien.
Tienes que estar en el hospital a las 5 de la tarde. Me dijeron. Lleva tus cosas porque luego del ultrasonido, seguramente te tendrás que quedar. Ya son 42 semanas, tienes contracciones (aunque indoloras aún), por lo tanto habrá que inducir el parto. ¡Felicidades tu primer hijo llega al mundo! 21 años recién cumplidos. 5 meses y medio, viviendo en Estados Unidos. Tantas cosas en tan poco tiempo. Tanta vida en tan poca vida. Seremos dos para descubrir y explorar y caminar y reír y llorar y aprender y viajar y compartir. Seremos dos. Es hermoso eso. Tendrás que aceptarme con mis errores. Perdón. Ya te he pedido perdón tantas veces antes de nacer, porque sé que no seré perfecta. La situación está lejos de ser la ideal querido hijo. Pero te amo y me aferro a su fuerza. Tiene poder.
Llego al hospital. Alegría. Entusiasmo. Como en una película a camará rápida, veo todas las posibles imagenes de lo que haremos. ¡Será divertido! No veo la hora de escucharte decir ´mamá´ por primera vez. De correr con vos en el parque. De que cantemos juntos. De jugar a la pelota. Mirar películas y salidas a comer. No veo la hora de ir por primera vez a un concierto con vos. Quiero seas feliz, feliz. Ver tu mirada llena de luz. El sol en tu rostro. Te prometo te haré reír. Mucho. Siempre. Como dijo John Lennon, se irá poniendo cada vez mejor y mejor, pero tendré que tener paciencia. Ya vienes.
Ya estoy en mi habitación. Todo da vueltas. El corazón perdió totalmente el control. Se confunde con el tuyo. Siento tus piecitos, tu cuerpito que me da calor y se mueve. Gabriel ya queda poco. Es viernes a la noche. Pasaremos el fin de semana juntos. Por primera vez. Es maravilloso. Voy de la fantasía a la realidad. Las enfermeras me marean. Estoy bien. Por favor diganme que va a pasar. Producto de la occitocina comienzo a sentir las fuertes contracciones. Es dificil de explicar. Un dolor agudo y cortante que comienza en la columna, en la cintura y se extiende en línea hasta el abdomen y es en el pico de la misma cuando mi abdomen se pone duro, como una roca. Tiemblo. Tiemblo. Tiemblo. No puedo controlarlo. ¿Qué te pasa? Me preguntan las enfermeras. Tengo miedo, les digo. Ellas se rien. Claro ven partos todo el día, todos los días del año. También me duele. Pero no es el dolor lo que me hace temblar. Es el miedo. Sudo frío. Tengo escalofríos que se repiten sin cesar. Y puedo sentir el torbellino hormonal corriendo por mi sistema sanguineo. Intento respirar. Intento conectarme a vos, hijo. Somos dos en esta pelea. Somos dos. Dolerá más. Correrá agua y sangre, pero al final será solo amor, quietud, vos y yo.
Son las 11 de la noche. Lo sé porque miro de vez en cuando las horas pasar en el reloj que está enfrente de mi cama y porque acaba de terminar Friends en la tv. Me acaban de avisar que me darán unos calmantes para que pueda dormir. Varias horas quedan por delante y necesito fuerzas. Son bienvenidas. Al parecer aún nos queda una noche más.
Me despierta una fuerte contracción. Ahora si. Esto es algo que nunca antes sentí. Ni pude imaginar. Pido la epidural. Duele. El dolor me bloquea. No puedo pensar en otra cosa. Duele. No quiero que vuelvan las contracciones. Pero entonces comienzan a suceder una arriba de otra. Dios mio. ¿Me moriré? Duele. Y entonces grito ¡tengo que pujar! Hasta el momento no sabía como eso sería. Pero ahora lo sé. Y se como se llama. Tengo que pujar. Llegan las enfermeras. Rápido organizan todo. Me preparan a mi con sonrisas en sus rostros y palabras de aliento. ¡Mami tu bebé ya llega! Ok! Pero no puedo pensar en nada más. Es una fuerza incontrolable. Tengo que pujar. Es como una explosión que sientes venir. Sucederá en cualquier segundo. ¿Estoy apunto de explotar?
Entonces me concentro. Me conecto con mi cuerpo. Respiro. Y cuando la contracción viene, pujo. ¡Dios mio! Estoy pariendo. El anestecista no llegó a tiempo y eso me permite sentir a plena conciencia absolutamente todo lo que sucede en mi cuerpo. Ahora si. Tengo el control. Duele pero no importa. Estoy trabajando. Estoy expulsandote de mi y entregándote al mundo. Vienes Gabriel. Vienes. Y en eso veo que la partera toma unas tijeras. Creo que mejor cierro los ojos. Siento el calor del corte. Pero ya nada importa. Es increíble. Duele si, pero no me voy a morir. Entonces el calor se intensifica. Fuego. Fuerza. Mucha fuerza. Y justo en el tope de las sensaciones, de las emociones… todo se libera, todo se serena. Allí estás. Gabriel. Perfecto. Hermoso. Llorando. Chiquito. Un ángel. Y le juro al universo que te amaré mas que a nada.
Ya nada es igual. Todo tiene otro sentido. Soy tu mamá por siempre. Gabriel te amo.
Hoy estás trabajando. El tiempo pasó más rápido de lo que me imaginaba. Y ha sido una montaña rusa. sigue siendo. Esa fuerza y ese amor y todas mis ilusiones y todas mis esperanzas y todos esos miedos el día del parto, muchas veces se vuelven a vivir en diferentes dimensiones. Es que el parto es el comienzo y una muestra de lo que significa ser mamá. Es vivir al límite una y otra vez. Es ese poder de entrega. Es el desafío más grande al que debemos (si es un deber) enfrentarnos y salir victoriosas.
Te amo Gabriel. Con todas mis imperfecciones. Con todas mi virtudes. Con todo mi ser.
Felices 16 my beautiful boy.
Laura Rodriguez dice
Wow Romina qué bien relatas un momento tan especial, tal vez el momento de nuestras vidas. Cómo mamá me siento reflejada en el amor, que es comparable a esa fuerza a ese fuego que se siente. Un abrazo! Excelente post!! Bravo!