Una de las ocupaciones y preocupaciones de todo padre y madre es la alimentación de sus hijos. Pero con la llegada del bebé, este aspecto vital del desarrollo del recién nacido requiere casi exclusivamente de la madre, ya que su alimentación depende del pecho de la mujer. En relación a este tema, compartiré con ustedes que dificultades presentó la lactancia en mi pareja y en cómo podemos colaborar los hombres para facilitar este periodo.
El embarazo y la lactancia son periodos de la vida en los cuales la conexión entre la madre y el bebé es única, innegable e irremplazable. La llegada del niño/a al mundo y sus primeros meses de vida transitan y atraviesan el cuerpo de la mujer y los hombres lo vivimos como espectadores privilegiados. Con esto quiero decir que tratar de interponerse en el proceso natural de la lactancia, interviniendo entre la madre y su bebé, es forzar una situación anti natural. Si bien los padres modernos queremos tomar un papel más protagónico desde el nacimiento, debemos saber respetar y fomentar el lazo irremplazable que genera la lactancia.
En mi caso, los conflictos que la lactancia trajo a la pareja suelen estar generadas por mis propias inseguridades y obsesiones, expresadas en un acto (la lactancia) en el que no intervengo. La inseguridad de si el bebé se habrá alimentado bien, si tendrá hambre o si su alimentación es adecuada, me lleva a ejercer una presión y demanda sobre la madre que, en mi caso, está fuera de lugar.
Por suerte, mi hijo Manuel es un bebé regordete que crece a un ritmo sano y estable y no demuestra ningún tipo de señal de nutrición deficiente. Sin embargo, el fantasma de la falta de alimentación no deja de aparecer en mi mente. Empeorando la situación, los abuelos, tíos y el resto del mundo que rodea a la pareja y al bebé agravan siempre ese temor latente con la inefable pregunta: ¿No tendrá hambre?
Todo esto genera una situación angustiante para la mamá, al sentirse disminuida en su rol materno y cuestionada en su capacidad de proveer suficiente alimento y sostén para su recién nacido. Es allí donde nosotros, los padres, debemos ser más fuertes que nuestras propias inexperiencias y aprender a acompañar a las madres en esta etapa.
Brindar seguridad, tranquilidad, confianza, estabilidad y fundamentalmente apoyo real y moral es el rol que debe tomar el padre para acompañar la nutrición apropiada de su bebé durante la lactancia y completar así lo que muchos especialistas llaman como el triángulo de la lactancia (madre + bebé + padre).
La forma de cumplir con este rol que encontramos con mi pareja se puede resumir en los siguientes puntos:
- En los momentos que la madre se siente insegura y débil con respecto a la lactancia, el padre debe alentarla y acompañarla con paciencia y amor para superar la crisis.
- Colaborar lo máximo posible en las tareas domésticas, para que la madre tenga más tiempo para dedicarle a la lactancia, cuando el ritmo natural del bebé lo exige.
- No imponer situaciones de alimentación como biberones y tomas innecesarias ante cada queja del bebé.
- Contener a los terceros en sus comentarios desafortunados.
Y finalmente, y a título personal, les recomiendo a todos los padres que se tomen el tiempo de acompañar a la madre durante algunas de las tomas y aprovechen ese momento para conectarse con el bebé, mediante caricias, hablándole o simplemente cantándole.
Espero que mi experiencia les sea útil y no duden en compartir conmigo sus comentarios y experiencias.
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