Luego del nacimiento del bebé, llega un momento en que todas las parejas se sienten abrumados por la invasión de objetos infantiles en la casa, por lo que resulta importante saber organizarse y encontrar un equilibrio entre las necesidades reales, los gustos y las imposiciones del mercado. En esta entrega, voy a compartir con ustedes cómo nos organizamos con Caro para que nuestra casa no se transforme, en pocos meses, en una guardería infantil.
Uno de los desafíos con los que nos topamos los padres primerizos con la llegada del pequeño, es la convivencia con una gran cantidad de objetos dedicados al bebé. A lo largo del embarazo, de a poco fuimos contemplando con Caro la cantidad enorme de cosas que Manuel iba a traer a nuestras vidas, muchos de los cuales responden a necesidades reales y otros satisfacen caprichos o gustos propios.
El momento en el cual más se evidencia esta realidad material del bebé es cuando empezamos a organizar las salidas. Cualquier visita que realicemos con él, si supera la hora de duración, supone una organización previa en la que tenemos que anticipar cuáles pueden ser las necesidades de Manuel y qué cosas necesitamos para poder atenderlo debidamente.
Por ejemplo, cuando voy yo solo con él a visitar a los abuelos, necesitamos pañales, colchoneta plegable de cambio, las toallitas humedecidas para limpiarlo o en su defecto algodón y alguna crema de limpieza, una muda de ropa por si se ensucia (que si es invierno está compuesta por muchas prendas), pañuelos de tela para limpiarle la boca, el chupete, la tira del chupete para que no se caiga al piso, la tapa del chupete para guardarlo cuando no lo usa, un biberón por si necesita alimentarse, la leche de pecho congelada, alguna manta para abrigarlo si hace frío, el coche, la silla para auto y los juguetes. Este último es un punto particular porque, al tener apenas 3 meses, con Caro seguimos variándole los juguetes para ofrecerle multiplicidad de estímulos sonoros, táctiles y visuales, lo cual se traduce en un mínimo de 2 juguetes en cada ocasión. Haciendo una cuenta rápida, estamos hablando de entre 16 y 20 objetos necesarios para poder salir con el bebé por algunas horas.
Lo increíble de esta situación, es que esta realidad se repite puertas adentro de casa, multiplicándose exponencialmente. En el periodo histórico de consumo en el que vivimos, los padres vamos acumulando cientos de objetos para satisfacer hasta las más improbables necesidades que puede llegar a tener un bebé y a su vez, el mercado nos ofrece miles de productos muy atractivos. Pero hay que saber medirse, pensando siempre en el espacio disponible.
Hablando con padres amigos, todos nos comentaban lo incomodo que les resultaba tener la casa invadida por las cosas de los hijos y que el principal problema, suele ser que no alcanza con sus habitaciones para almacenar todas sus cositas. Con este dato en mente, con Caro decidimos respetar los espacios de la casa, para no sentirnos invadidos y tratar de tener los objetos del bebé ordenados en su dormitorio.
Desde que tomamos esta decisión, la casa está mucho más ordenada y si bien es inevitable que vayan apareciendo cosas de Manuel en todas las habitaciones, al momento de juntarlas para ponerlas en su lugar, suelen ser unas pocas. Seguramente esta intención se va a ver seriamente afectada cuando Manuel comience a moverse de aquí para allá por sus propios medios y genere su propio desorden. Pero si logramos mantener nosotros el orden, nos será más fácil contener su desorden para no sentir que estamos viviendo en un jardín de niños.
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