Comencé el año leyendo. Creo es buena señal. Terminé un libro que habia empezado hace un montón y había dejado por la mitad: Origen de Dan Brown. Me gustó y lo recomiendo. En una parte el libro habla sobre el nihilismo, corriente filosófica que rechaza todos los principios religiosos y morales, a menudo en la creencia de que la vida no tiene sentido. Esto me recordó cuando descubrí a Carl Sagan (a mediados de mis veinte años) y cuanto me maravillé con su trabajo. El libro Cosmos de Carl Sagan cambió mi vida. Cuantas veces uno se pregunta si algo de todo lo que hacemos, lo que nos pasa tiene sentido. ¿Lo tiene?
Entre las tantas lecciones magistrales que Carl Sagan nos dejó, hay una que siempre vuelve a mi. Una reflexión que me ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. Es posible que ya la haya compartido aquí, pero son tantos años del blog… No importa, aquí se las dejo. Así com a mi me inspira y eleva, espero también a ustedes. En texto y video abajo, que tal vez es mejor porque la voz de Carl es hermosa y también la música que acompaña sus palabras.
Un Punto Azul Pálido
Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño esperanzado, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar del punto sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra parte del punto. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestros posicionamientos, nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo … Todo eso lo pone en cuestión ese punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esa inmensidad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos sólo de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y yo añadiría que también forja el carácter. En mi opinión, no hay mejor demostración de la locura que es la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido.
Carl Sagan (9 de noviembre de 1934 – 20 de diciembre de 1996)
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