Mi nombre es Federico. Soy redactor, pareja de Carolina, hijo de Hugo y Betty, hermano de Violeta, Francisco y Romina (la anfitriona de este hermoso medio de comunicación) y desde Junio de este año soy, fundamentalmente, padre de Manuel, mi primer hijo.
De ahora en más, voy a compartir en este espacio experiencias, consejos, reflexiones, sensaciones y todo tipo de contenido relacionado a la paternidad, con la intención de sumar a MAMAXXI una voz masculina, que aporte diversidad de puntos de vista a la experiencia incomparable de ser padres.
Y para comenzar este camino, voy a contarles cómo fue mi experiencia durante el nacimiento de mi bebé. Si bien en Internet podemos encontrar muchísimo material referido a las vivencias de las madres durante el nacimiento de sus hijos, resulta más complicado conseguir información que describa cómo lo vive el papá. Esto mismo sucede cuando charlas con amigos que ya han sido padres, ya que las anécdotas y crónicas se suelen centrar en la experiencia de la madre y en raras ocasiones, el padre cuenta sus vivencias sin pelos en la lengua. Por este motivo, aquí va el relato de cómo transcurrieron, para mí, los minutos previos al tan esperado nacimiento.
“La habitación más pequeña del mundo.”
Todas las parejas primerizas, sin importar las circunstancias, vivimos el nacimiento del primer bebé como una emergencia. La inexperiencia nos enfrenta a situaciones desconocidas y si bien sabemos de antemano cómo funciona la biología y cuáles son las etapas del trabajo de parto, toparse con la cruda realidad resulta, indefectiblemente, una emergencia. En nuestro caso, la emergencia fue real y de un momento al otro nos encontramos con la inevitabilidad del nacimiento adelantado o prematuro.
Fue en este momento cuando nos enfrentamos a una multitud de sentimientos encontrados que fluctuaban entre expectativa, ansiedad, emoción, felicidad, incertidumbre y el gigantesco temor de que algo, cualquier cosa, salga mal. A mi mujer, la comenzaron a preparar para la cirugía, desgraciadamente le tocó cesárea, y a mí me entregaron un set de ropa descartable compuesto por una chaqueta, un pantalón, unas botas de tela, un gorro parecido al que usan las mujeres en la ducha y un barbijo. Me vestí minuciosamente siguiendo las instrucciones que nos habían dado en el curso de preparto y cuando estaba listo, el obstetra me dijo, “quédate sentado acá en la sala pre quirúrgica hasta que te llamemos”.
Ansioso y absolutamente incómodo, me senté en la única silla disponible en esa habitación y levanté la vista por primera vez para ver el entorno. Escuchando la voz de mi mujer que charlaba con el anestesista en la sala de parto, me di cuenta que la habitación en la que estaba esperando tenía tan solo 3 pies de ancho por 4 de largo. Muy nervioso miraba fijamente el suelo, seguía la charla casual del anestesista con mi mujer y enseguida me di cuenta que la estaban ayudando a relajarse y a su vez, estaban evaluando el efecto de la anestesia en ella. Escucharla reírse de algún chiste tonto de los médicos o enfermeros me tranquilizaba, pero cada minuto que pasaba resultaba una tortura, necesitaba estar a su lado, aunque fuese sosteniéndole la mano, para ayudar de alguna manera.
Volví a levantar la vista y las paredes de la pequeñísima habitación parecían cada segundo más cerca. En ese momento dije en voz alta, como expresando mi necesidad de no estar solo, esta habitación debería ser más grande, esta es la habitación más chica del mundo. No pude evitar sonreírme por mi propio comentario e inmediatamente pensé que aunque estuviese en el centro de un estadio de futbol, o en un enorme salón de baile, la habitación en donde esperas a que te llamen para ingresar a la sala de parto es y será siempre diminuta, más allá de sus dimensiones, es un espacio que burla las leyes de la física en donde las paredes asfixian y cada segundo dura una eternidad.
La ansiedad no me permitía quedarme quieto y constantemente me paraba y me volvía a sentar acomodándome las botas de tela sobre mi calzado de calle, no quería ser el culpable ni del más mínimo riesgo de contaminación. No podría asegurar cuantas veces repetí los mismos movimientos, hasta que finalmente, después de una eternidad, aparece una enfermera, vistiendo los mismos gorro y barbijo descartables que me habían dado a mí y me dice: “vení papá”. Era la primera vez que me llamaban de esa manera.
La enfermera me pide que me lave las manos e ingresamos a la sala de parto y la veo a ella rodeada por una multitud. En su papel de ser el que ameniza la situación, el anestesista hace un chiste al verme, el cual ignoro completamente y no logro recordar ahora. La tomo de la mano, la miro a los ojos y a pesar de estar temblando, la beso en la frente y le digo que todo va a estar bien. Me siento a su lado y mirándola casi todo el tiempo a los ojos, vivimos la cesárea juntos.
“Varón”, gritó el obstetra a la vieja usanza y al cortar el cordón, Manuel dio su primer llanto. La habitación más pequeña del mundo había sido el umbral, la antesala de la inmensidad que estaba por comenzar.
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Espero que lo hayan disfrutado y para próximas entregas quedará pendiente qué sucedió después del nacimiento y también durante el embarazo.
Gracias por tomarse el tiempo de leer este artículo y espero con ansias sus comentarios.
Gilda Campos dice
Esos momentos previos al nacimiento es cuando nos damos cuenta de los sentimientos que embargan a los futuros papás. Que bella nota.
hogarmujer dice
Que lindo, con la intensidad que lo contas, me emocionaste. Te felicito doblemente, por la paternidad y por tu debut aqui en Mamaxxi. Estare al pendiente de la proxima entrega, saludos
Yuria Prospero dice
Me parece muy emotivo leer a un padre que escribe sus experiencias sobre la paternidad. Que todos la viven de alguna manera, pero pocos lo expresan tan en público como en un blog. Felicidades!
Cristina dice
Qué relato más emocionante!
Me encantó conocer lo que sienten los papás en esos momentos.
Reina Rivera dice
Me encantó tu relato, sin duda son momentos especiales e inolvidables. Gracias por compartir tu experiencia.
Federico Tibytt dice
Muchas gracias por los comentarios. El nacimiento de Manuel me cambió la vida para siempre y me alegra muchísimo poder compartir mi experiencia con ustedes. ¡Saludos y gracias de nuevo!
Laura Rodriguez dice
Wow! Federico! Me hiciste pasar esos momentos con vos en este relato, maravilloso. Seguramente estos son los momentos que nos marcan en la vida. Nunca más te olvidarás de esa salita. Gracias por compartir esto con nosotras. Felicidades papá!
romina zatta dice
Hermosas palabras!
Viviana Rozados dice
Me emocionó todo lo que leí, pude imaginarte e imaginar a Carolina. hermoso!!
Viri torres dice
Hermosa experiencia de Papá! Que bueno e importante es saber también que les pasa. 😉 gracias x compartirlo y felicitaciones por Manuel! !
Cecilia dice
Hermoso…muy hermoso. Me metí en casa habitación…